jueves

Calma




Meter las manos en los bolsillos y caminar
-sin rumbo, sin prisa, sin origen ni destino-
es a veces suficiente para encontrar calma.
Quizás busque entonces la soledad como semillero,
o desgaste las calles una vez más
hasta reivindicar mi rostro intacto.

Son momento fugaces, como estrellas 
que sólo existen por su luz.
Son momentos de poner cada cosa
en su sitio, cada sitio
en su cosa.

Por ejemplo, hoy he encontrado
que el mundo era mi reflejo,
también que yo era reflejo del mundo;
y aunque su reflejo, que era el mío,
y mi reflejo, que era el suyo,
no daban la medida que contienen,
al menos por un momento
el mundo y yo nos estrechábamos las manos
 y nos mirábamos a los ojos aceptando
cada cual sus errores y sus aciertos;
y estaba bien sin ser un sueño,
era real sin ser amargo.

Por ejemplo, podía saludar
sin resultar rutinario;
podía escuchar y a la vez oírme,
sin que quedara polvo en la memoria
ni sutiles batallas interiores.

Sin duda, es bueno meter de vez en cuando
las manos en los bolsillos. Y caminar.
Por un acto tan común
puede uno encontrar calma.

Pero todo me dice
que es mejor no intentar atraparla:
son momentos fugaces, como estrellas
que sólo existen por su luz.


[1984]




1 comentarios:

Nitrofoska dijo...

Estrella eterna. Calma fugaz.

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