Una vez más, entre ojos,
entre mesas manchadas de café y ceniza,
entre voces que se mezclan y confunden;
una vez más, entre manos,
palpo mis límites.
Son murallas de cera
que se derriten y crecen, se derriten
y vuelven a crecer,
como breves espumas
en olas incesantes.
Cuando los ojos pueden tras-
pasar la corteza de niebla
y tocar con poros abiertos
la desar-
monía entre
el cuerpo y la palabra,
sentimos el abismo inmenso
que nos se-
para de lo que nos rodea,
de lo que somos.
[de 'El jardín roto', 1980]
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So
Mos
Vo
Ces
Sin
Fin
Con
Fin
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