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Peonza lanzada por un niño en el centro de la nada.

 

Imagen: Juliana Kolesova

El tiempo pasa, pero no siempre avanza;
a veces gira, se retuerce y baila
como una peonza lanzada por un niño
sobre la imagen
de una galaxia.
Otras veces, como un reloj estropeado,
el tiempo atrasa, se pone
los apretados zapatos del pasado,
con tacones desgastados
que desequilibran y resbalan.
Y si tiempo es espacio
-como Einstein formuló-
y espacio somos -y por tanto, tiempo-,
también el espacio aprieta
y no siempre abraza.
A veces, como un agujero negro,
nos traga y nos mezcla
irremediablemente
en ese Todo que gira y gira,
-como gira también este poema-
como una peonza
lanzada por un niño
en el centro de la Nada.
 
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