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Recordando a Abraxas




































Ahora, sobre mi mesilla de noche,
veo la cara de una rosa seca.
Miro su boca retorcida, del color de la tierra,
una boca agonizante que me habla del pasado.

 Me niego a escucharla; prefiero mirar
 la luz azul de mi lámpara de noche:
 hay rasguños en la pintura que recubre su cristal
 y veo en ellos un perro alargado bebiendo
 en las aguas quietas de un río;

a su lado, saltando asustada, una rana
busca las hierbas más espesas de la orilla.
Las huellas de mis dedos sobre el cristal de la bombilla
son algunas de las hierbas que alimenta ese río.

Cada cosa es también muchas otras.
Las definiciones no valen nada;
son sólo el vacío de un sueño,
el hueco de un ala.

Dos ojos para ver el mundo
y las imágenes del mundo.
El mismo sistema perceptivo
se enfrenta continuamente a dos realidades
iguales y distintas a la vez.

Cualquier pretendida realidad
sólo puede ser
pura paradoja.

 
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