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No somos un sólo yo




Pintura: James Ensor

No somos un sólo yo.
Ese único yo tan nuestro
que sentimos como cierto,
es el ancla, no la barca;
una ficción compartida,
un precio que pagamos, 
un contenedor vacío
hecho de agujeros,
una flecha lanzada
contra un muro que no vemos,
los restos recompuestos 
de nuestra última batalla,
el último velo superpuesto
a tanto velo,
el anhelo de significar
en el significante del universo.
Y sin embargo,
sin ese único yo tan nuestro, 
¿en qué suelo anclaríamos
nuestras experiencias?.
¿Cómo armar un relato
en el que todas las palabras
fueran máscaras que cambiaran
continuamente de cara?
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Somos


Foto: Willams K.

 
Tú eres el puente
que une las dos orillas de mi mente. 
Yo, el tren que pasa. 
Tú, la barca y los remos. 
Yo, el pez que agita el agua
y que distorsiona el reflejo del cielo. 
Tú eres el fuego que quema
los rastrojos que crecen en los nidos de mi garganta. 
Yo, lo que es quemado, 
y la brasa que aviva la noche 
y que consume la mañana. 
Tú eres el fuego, sin forma ni casa; 
yo, la sombra, que avanza fiel y silenciosa 
junto a la barca que avanza. 
Tú eres el aire y yo las alas
 del pájaro que huye del frío 
y que golpea con su pico en mi ventana. 
Juntos somos todo y somos nada; 
somos un poco de ayer, 
este momento, 
y una pizca de mañana.
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Ciudad hecha por arañas


Imagen: Odilon Redon

 


En esta ciudad cualquiera, 

rodeado de ojos congelados

y dedos que lanzan gritos sobre teclados,

escribo palabras alrededor de mis párpados,

escribo para mantener despiertos los ojos,

escribo para serrar sin ruidos

las rejas de mi destino.

Camino por calles pegagosas llenas de hilos

y me detengo en escaparates vacíos

con cristales empañados;

en su vaho con mi dedo escribo 

‘ciudad hecha por arañas’,

escribo ‘cepos para razones engrasadas'

escribo ‘quiero ser’ sobre el asfalto

plagado de chicles y de sombras.

Doblo esquinas que cortan el azar en dos mitades,

y en su pefil escribo ‘telarañas hechas de metales’,

y 'trampas para ratones, 

con dinero en vez de queso como cebo’.

Y reescribo, con vértigo en mi dedo,

‘ciudad hecha por arañas’.

En esta ciudad cualquiera, 

rodeado de ojos planos,

y zapatos sin sus pies, y caras sin sus rostros,

escribo palabras que desaparecen

como los árboles en la niebla, 

como pasos descalzos en una arena

bañada por las olas.

En esta cuidad cualquiera,

ciudad hecha por arañas,

sobre la que podría escribir hoy todas las palabras

y nada cambiaría.


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La hinchazón de ser



Imagen: Mike Worrall


Lo irritable no es la televisión,
es la ‘televisionititis'.

Lo defraudante no son los políticos
es la ‘politiquinosis'.  

Lo injusto no son los muros y las fronteras,
son la ‘amurallatitis', la ‘fronterititis'.

Lo  alienante no es sólo esta capitalicracia,
sino la ‘capitalititis'.

Lo insostenible no son los mercados,
sino la ‘mercadicosis'.

Como lo criticable no es la crítica,
sino la ‘criticonicosis'.

Al fin y al cabo, lo malo nunca es ser,
sino la hinchazón de ser. 
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El poema

Fotografía: Zheng Hong Xiang


Vuelco sobre la página una palabra;
por ejemplo libertad, o sed, o cara,
o amor, o rabia, o montaña,
y esa palabra arrastra a otra
-porque cada palabra lleva
otra pegada en la espalda-,
y juntas ensayan un ritmo,
una escultura de silencios,
breves pruebas de cascadas.
Luego, se oyen tambores
que convocan a más palabras.
Llegan atropellándose,
y ríen o lloran, y gritan o callan,
o se miran asustadas
en aguas que crecen y cambian;
entonces, las palabras reflejan,
deforman, hielan o abrasan.
Más tarde, los tambores
convocan a todos los sentidos,
a todos los significados posibles;
también a los improbables,
y a todos los reflejos de las orillas, 
y a la sed de todas las bocas.
Finalmente, con un sentimiento
de vértigo y de esperanza, siempre
como una lluvia inesperada,
van cayendo las palabras
sobre la página, caen agitándose,
temblando ligeramente.
Aspirando a ser lo que le rodea,
así empieza a respirar el poema,
misterioso, indefenso, casi transparente.
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Espejo del cielo





Una imagen: el reflejo del cielo estrellado,
en el agua de un mar en calma, en un lugar remoto,
lejos de toda luz artificial, de toda sombra artificial:
lejos de todo lo humano.

Un pensamiento: apenas somos nada
en el vasto universo que nos rodea;
y sin embargo ¿no sería un poco, sólo un poco,
casi nada, apenas nada,
menos bello el universo sin lo humano?
¿Existe belleza sin un perceptor
de la belleza?

Una esperanza: nos queda, como poco,
la posibilidad de sentir 
-qué obvio y extraño es este sentimiento-
que todo lo que somos
-cada célula, cada átomo, el sentido o el sin sentido,
el amor o el odio humanos-
pertenece al universo.
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Desde dentro

Fotografía: Erik Johansson

Es el movimiento el que crea el espacio
y el gesto el que redescubre
y actualiza el cuerpo;
como el trazo hace visible al soporte,
o la música afirma y suma valor al silencio.

Son los pasos los que trazan el camino
de la palabra que revela
y construye lo que siento,
que es deseo, y es espacio y cuerpo,
y soporte y silencio, y camino para llegar
al propio pensamiento.

El contenido debería dar forma al continente
y el significado armar
al significante desde dentro.
¿O es más importante el zapato que el pie?
¿son más importantes las gafas que los ojos
con que vemos?

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Lo que no tiene palabra


Fotografía: Masao Yamamoto


No estamos preparados para el silencio
que escucha.
No somos capaces de dejar hablar
a lo que no tiene palabra.

Nuestros ojos eligen ver lo que ya han visto.
Y nuestros oídos
sólo escuchan lo que ya tantas veces
han escuchado.

Las hojas cuando caen, ¿qué dicen?.
¿Qué dice la luz cuando amanece?.
¿Qué dice el agua cuando golpea
en la ventana?. 

¿Qué dice el fuego cuando se eleva,
el niño cuando corre, la nube cuando pasa?
¿Qué dicen los silencios entre una palabra
y otra palabra?

Ni siquiera sabemos con qué oídos escuchamos,
o con qué ojos vemos.
Tampoco sabemos si aún somos nosotros
los que vemos y escuchamos.

Confundimos las cosas con las palabras
que las nombran.
No somos capaces de dejar hablar
a lo que no tiene palabra.

Y todo esto lo sabemos, no hace falta recordarlo,
pero elegimos olvidarlo.
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El arte no es respuesta


El arte no es respuesta,
es, sobre todo, interrogación,
preguntas que suenan
en el fondo de la escena.  

Las respuestas son sombras,
restos de un amor que se quema,
humo que se expande y eleva
hasta disolverse en la nada.

Las preguntas son el fuego.
Las respuestas, agua congelada;
tantas veces, agua estancada.
Las preguntas, agua que corre

por el río de las venas.
Resulta que lo que importan
son los ojos, porque las preguntas
son una extensión del mirar.

Resulta que lo que importa
es nuestra atención,
porque allí dónde va, va
también nuestra emoción.

Las respuestas se disuelven
como la lluvia en la sed.
Sin embargo, las preguntas
siempre elevan nuestro ser.
 
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