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NO SOY UN POETA ROMÁNTICO (ESTO NO ES UN POEMA IV)

 

Imagen: Albert Birkle.

 
Del arte, como de la vida 
-también de la poesía o de la música, o del teatro...- 
se puede decir cualquier cosa. 
Por ejemplo, puedo decir 
que el arte hoy es un  perro hambriento
ladrando en una calle hecha
con células muerta.
O puedo decir que el arte
-su discurso, su conflicto -el intemporal conflicto
de ser o no ser— 
murió con el siglo pasado
y que sólo quedan cascarones con restos que flotan
en un profundo vacío.
Puedo también decir que la poesía  -el arte,
la música, la danza, el teatro...- 
siempre será esa flor que crece
entre las grietas del asombro, 
como crecen esas raras flores insistentes
entre las heridas del asfalto
-ahí, en los grandes polígonos industriales-
y que cualquier trailer aplasta sin darse cuenta,
y que sin darse cuenta otra capa de asfalto
sepulta irremediablemente, 
sin que socialmente ninguna huella sea dejada
para expresar su existencia.
Pero lo que nunca diría  -ni del arte,
ni de la poesía, ni de la música, ni del teatro...- 
es eso de ‘poesía eres tú’. 
-(Por qué? Por qué?) -me repite el eco del tiempo.
-Porque no soy un poeta romántico.
El romanticismo no es el tiempo que vivo.
Soy biznieto del romanticismo,
nieto de las vanguardias,
hijo de las posvanguardias.
Pero soy, definitivamente -y sobre todo, 
y qué sé yo-
hijo de la poesía social.
 
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