Una imagen: el reflejo del cielo estrellado,
en el agua de un mar en calma, en un lugar remoto,
lejos de toda luz artificial, de toda sombra artificial:
lejos de todo lo humano.
Un pensamiento: apenas somos nada
en el vasto universo que nos rodea;
y sin embargo ¿no sería un poco, sólo un poco,
casi nada, apenas nada,
menos bello el universo sin lo humano?
¿Existe belleza sin un perceptor
de la belleza?
Una esperanza: nos queda, como poco,
la posibilidad de sentir
-qué obvio y extraño es este sentimiento-
que todo lo que somos
-cada célula, cada átomo, el sentido o el sin sentido,
el amor o el odio humanos-
pertenece al universo.
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