lunes

El poema

Fotografía: Zheng Hong Xiang


Vuelco sobre la página una palabra;
por ejemplo libertad, o sed, o cara,
o amor, o rabia, o montaña,
y esa palabra arrastra a otra
-porque cada palabra lleva
otra pegada en la espalda-,
y juntas ensayan un ritmo,
una escultura de silencios,
breves pruebas de cascadas.
Luego, se oyen tambores
que convocan a más palabras.
Llegan atropellándose,
y ríen o lloran, y gritan o callan,
o se miran asustadas
en aguas que crecen y cambian;
entonces, las palabras reflejan,
deforman, hielan o abrasan.
Más tarde, los tambores
convocan a todos los sentidos,
a todos los significados posibles;
también a los improbables,
y a todos los reflejos de las orillas, 
y a la sed de todas las bocas.
Finalmente, con un sentimiento
de vértigo y de esperanza, siempre
como una lluvia inesperada,
van cayendo las palabras
sobre la página, caen agitándose,
temblando ligeramente.
Aspirando a ser lo que le rodea,
así empieza a respirar el poema,
misterioso, indefenso, casi transparente.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy original

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