Imagen: Cesay Blay. |
Grillos metálicos en la garganta de esta tarde.
Pájaros dormidos en las ramas de mis dedos.
Paseo por una estatua que no tiene rostro,
por un rostro que no tiene ojos;
entre alas sin cuerpo que revolotean
saturando mis oídos,
paseo por un río que no lleva agua
sino cepos.
Los televisores cuchichean desde las ventanas
mientras en las paredes
hay palabras dormidas que sueñan con ser leones
en la selva de los significados
y de vez en cuando un pájaro despierta y se me acerca
para preguntarme
en qué siglo estamos.
Paseo por parques que no tienen árboles,
por árboles que no tienen ramas,
entre raíces sin suelo que serpentean
buscando mi sangre,
hago equilibrio sobre un muro no de ladrillos
sino de espejos y reflejos
y de miradas rotas.
Las luces se encienden detrás de las ventanas
mientras las calles de esta ciudad cualquiera
se llenan de palabras que crecen en las aceras
y los zapatos tropiezan con ellas sin darse cuenta
y sin darse cuenta caen corazones
que se cuelan por los desagües
mezclados con la lluvia.
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