miércoles

Telarañas

Fotografía: Chema Madoz.

Entre las ramas de un árbol, telarañas cargadas de palabras, hilos de significados que se confunden con la niebla. 
 En esta telaraña nos comunicamos, no más hondo, sino más rápido. Los pegajosos hilos se fracturan como espejos mordidos por interferencias. Los mensajes agujerean al receptor. Absorben su energía. Sin darse cuenta, el receptor se convierte en un colador. Lleno de agujeros, no puede contener nada. Así queda, vacío, atrapado en la tela de araña.  
Entre las ramas de un árbol,  telas de araña que son trampas para la atención ignorada. Como en la magia del ilusionista, el truco está en la velocidad y en la desviación de los ojos de lo que realmente importa. Entonces, la ‘magia’ sucede. La araña parece no existir. Está disfrazada de bosque, de luces, de sombras. Quizás espera sin prisa, segura de sus capturas, camuflada, entre grietas de nuestra mente. 
Entre las ramas de un árbol, dos espejos enfrentados: una tela de araña y nuestra mente. Enfrentados y obligados a reflejarse y distorsionarse mutuamente. La telaraña refleja nuestra mente. A su vez, la mente interpreta como un relato propio la tela de la araña. Se produce una emoción de infinito. Pero luego, la nada.
Entre las ramas de un árbol, telarañas cargadas de palabras, hilos de significados que se confunden con la niebla. Eficaz trampa, pero ¿dónde está la araña?.

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