domingo

Pensar, sentir, hacer, callar.




Hacia la luz, Pierre Pellegrini


Ir hasta donde nacen los pensamientos. Sentarse a observar cómo construyen caminos que avanzan y dan vueltas,  o se detienen y desaparecen.
Cuando fluyen, enseguida se transforman en imágenes que cambian como humo, como nubes moviéndose y disolviéndose en el cielo mientras llueven. Cuando se bloquean, forman charcos de palabras que acaban siendo lagos profundos.
Entonces también surgen imágenes. Algunas flotan en la superficie y pueden ser rescatadas. Son imágenes borrosas o claras, que acaban siendo poemas, o textos improvisados sobre cualquier soporte, o danza, o trazos sobre un lienzo, o silencio.
Otras se hunden, dando vueltas, en lo profundo, inalcanzables, inexpresables. Cubiertas por el barro del olvido mueren como fuegos de artificio en el cielo de una noche, o acaban siendo fósiles en capas sombrías e insospechadas de uno mismo.
¿Dónde están las emociones en todo esto?  Ahí están también. Inseparables. Las emociones son como la fuerza de gravedad: invisible pero siempre presente. Las emociones dan fuerza y forma a los cauces del pensamiento, modelan las intenciones de hacer o no hacer. Impulsan el acto. 
Allí donde nacen los pensamientos. Sentarse a observar. Como cuando miramos asombrados un cielo estrellado. Sentarse, callar, y tal vez soñar.

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