jueves

Toco tu boca: el texto como música




Ya he jugado otras veces a reencontrarme con textos que tienen una significación especial para mí. Mi frágil memoria quizás no recuerde las palabras de esos textos que algo tocaron dentro, pero nunca olvido las sensaciones que despertaron, las imágenes que me ayudaron a construir, los pensamientos y sentimientos que crearon una resonancia difícil de ignorar en mis propios sentimientos y pensamientos .
Con ciertas lecturas ocurre como tan frecuentemente sucede con la música -son también ritmo, música-, que quedan asociadas a un tiempo, a un espacio, a circunstancias muy concretas. Más tarde pueden -como la famosa magdalena de Proust- ser un detonante de insospechados recuerdos; y cuando despiertan cambian, se adaptan a nuevas situaciones, se transforman en paisajes de palabras, espacio internos, realidades paralelas que acaban fundidas con los propios sueños.
Así, el capítulo 7 de Rayuela, de Julio Cortázar:


 'Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

     Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.'


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