La cárceles que estamos construyendo
nunca estarán terminadas.
Como las nubes, así cambian
las paredes de sus celdas;
y los barrotes, construidos
con palabras prefabricadas,
son más duros que el acero forjado,
y brillan como el oro alumbrado
por el hacer de las estrellas.
La cárceles que estamos construyendo.
Con nuestras manos atadas,
y con nuestros labios pintados
con el color del dinero,
y con nuestros pasos marcados
con dígitos binarios en el suelo.
Nunca estarán terminada.
Cada tiempo, y así el nuestro,
se define por las cárceles que construye.
Y son las cárceles y no las alas
las que cuentan nuestra historia;
y son las normas que rigen en cada cárcel
las fronteras a las que finalmente
llamamos libertad.
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