Imagen: Santos Iñurrieta (detalle). |
Desconozco autoría de esta imagen. |
[STOP KILLING CHILDREN IN GAZA]
además de cohetes de muerte,
pudieron verse
'incontables alfombras voladoras
huir hacia la nada
cargadas de niños y sueños',
mordidos por inútiles ficciones y venganzas,
de unos contra otros
y otros contra unos.
El ojo por ojo,
y la boca por boca,
y el puño por puño,
y la oreja por oreja;
la creencia por creencia,
y la estrategia por estrategia,
y el esto es mío
porque soy más fuerte,
han dejado, una vez más,
táctica por táctica,
ciegos y mudos, (qué inteligentes!),
y sordos y sin rostros,
y sembrados de inhumanidad,
los sueños de paz
de buena parte del mundo.
Imagen: Albert Birkle. |
en una noche de calor,
entre los árboles
del bosque de Armentia,
escribo esta nota.
La escribo a mano
en una libreta alumbrada
por la luz temblorosa
de la linterna del móvil.
Nadie sabe que estoy
entre este espeso follaje.
Sólo la brillante luna llena
acude a acompañarme.
El tiempo pasa, pero no siempre avanza;
a veces gira, se retuerce y baila
como una peonza lanzada por un niño
sobre la imagen
de una galaxia.
Otras veces, como un reloj estropeado,
el tiempo atrasa, se pone
los apretados zapatos del pasado,
con tacones desgastados
que desequilibran y resbalan.
Y si tiempo es espacio
-como Einstein formuló-
y espacio somos -y por tanto, tiempo-,
también el espacio aprieta
y no siempre abraza.
A veces, como un agujero negro,
nos traga y nos mezcla
irremediablemente
en ese Todo que gira y gira,
-como gira también este poema-
como una peonza
lanzada por un niño
en el centro de la Nada.
Imagen: Mariposa en el bosque de Armentia, 2018. B. Herreruela. |
Gracias a Txus Amat por musicalizar 'Canción condicional'. Comparto aquí su trabajo.
https://youtu.be/tAXPyPQlcbc.
Imagen: Autoría desconocida. |
Imagen: Atlas, Wlodek Krzeminski. |
Construimos historias también a través de olvidos, olvidos que son como las estaciones de un metro, estaciones de espera agujeradas en lo profundo del lenguaje.
Construimos realidades, es decir, construimos relatos, narraciones, ficciones al fin y al cabo, porque ¿qué podemos hacer sino
interpretar, reinterpretar y sobreinterpretar -una y otra vez- la
experiencia?
Esto no es un poema.
Barbarians Marching to the West, Max Ernst, 1937
|
Imagen: Martin Waldbauer |
(Texto escrito para el cuadro que aquí se reproduce, de la 'Suite Menut', de Santos Iñurrieta.) |
Dos islas en nuestro pensamiento:
una transparente, invisible a pesar de su peso;
la otra sostiene un cuerpo con la cabeza horizontal,
un cuerpo con ojos sin pupila ni párpados,
con dientes que parecen no tener boca.
Dos nubes en nuestro sentimiento;
sobre la primera, vacío pero asombrado,
con una mano en el placer y el dolor como aliado,
el cuerpo transparente se asoma a ojos perdidos
que chocan como bolas de billar,
y se deslizan y deforman
mientras construyen miradas
carentes de sombras.
Dos islas, dos nubes, dos rocas;
y un globo hinchado cuyo centro es la cabeza,
un globo que explota y crece y vuelve a explotar,
goblo errante
que una vez más nos convoca.
Imagen: Alen Kopera. |
Imagen: Santos Iñurrieta, de la 'Suite Menut'. |
Aquí están todos:
los generosos, los insolentes,
los valientes y los asustados, todos
los colores, velos que transparentan lo escondido
y desvelan lo arañado, líneas
que simulan ser hombre, mujer, perro o casa,
y también equilibrista disfrazada de araña,
o sombra de ocho brazos y cabeza acolchada,
o mirada perdida en el cielo,
que busca una sombra en su mapa,
o serpiente soñadora y borracha
que despierta asombrada,
con ojos de muñeca zarandeada.
Aquí están todas las líneas:
las generosas, las insolentes,
las valientes y las asustadas, todas
las líneas y las formas, todas
con su libertad
de ser nada.
Agosto
es así. Llevaba algunos días que salía a caminar con la intención en mi
pensamiento de conseguir unos primeros planos de alguna libélula. Había
conseguido ya buenos contactos visuales, y había localizado al menos
dos charcas y observado sus costumbres. Ayer mi silencio encontró su
silencio. Ambos nos miramos con los ojos cerrados. Porque muchas veces,
para ver, hay que cerrar los ojos...
Imagen: Olive Cotton. |
Los poetas son presocráticos
(Adam Zagajewski,
en Asimetría)
Muchos de los libros de mi biblioteca están subrayados, manchados, escritos en sus espacios en blanco, dibujados, marcados... He escrito muchos poemas en las páginas de libros que me gustan, he hecho subrayados que son dibujos, he dejado adrede manchas de café como huellas de lectura, o espontáneos trazos hechos con lápiz, expresión de la emoción que la resonancia de una lectura dejó en mi pensamiento...
Imagen: Jean Labourdette |
La durabilidad de los puentes
Imagen: Susanna Bauer |
(Para el Día Internacional de los Museos 2020)
Imagen: Wolfgang Lettl. |
Los poemas, hermanos de la música, también necesitan ser repetidos una y otra vez; invitan a ser releídos y reinterpretados en tiempos y espacios diferentes. Ocurre así probablemente porque los poemas necesitan adquirir presencia, para llegar a ser acompañantes -como la música- del pensamiento y el sentimiento. Necesitan acoger, como el nido acoge al pájaro, a la emoción inquieta o agotada.
Como en la música, en un poema la repetición de su edición y su relectura es esencial para que suceda el encantamiento, que no es otro que el de aspirar a ser sombra y luz, acompañar justo en el momento en el que se necesita un significado no sólo racional de una experiencia o de un silencio.
Personalmente prefiero la lectura interna -valoro la poesía espectáculo, pero soy más lector que público (y más pájaro que rebaño, si me permitís la inmodestia). Busco la lectura íntima, en silencio, y vuelvo una y otra vez, casi cotidianamente, a los autores y a los poemas que en algún momento despertaron en mí resonancias e intuiciones, y se convirtieron en acompañamiento.
Por eso, no os extrañe que repita poemas ya publicados. No es mi intención con ello darme ninguna importancia. Mi única aspiración es que los poemas tengan la oportunidad de adquirir presencia. Y acompañar. Es decir, dejar que ocurra el encantamiento que contienen.