Agosto
es así. Llevaba algunos días que salía a caminar con la intención en mi
pensamiento de conseguir unos primeros planos de alguna libélula. Había
conseguido ya buenos contactos visuales, y había localizado al menos
dos charcas y observado sus costumbres. Ayer mi silencio encontró su
silencio. Ambos nos miramos con los ojos cerrados. Porque muchas veces,
para ver, hay que cerrar los ojos...
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