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Creencias


Cada cierto tiempo 
me ocurre:
todos mis asideros,
mis razonamientos,
se craquelan,
-magro sobre graso-.
No desaparecen,
-y puedo seguir utilizándolos-
pero dejan ver un fondo
que no reconozco como mío.
No me inquieta.
Soy buen degustador
de lo desconocido.
Pero pienso entonces
que nuestras creencias
-sean las que sean-
son manos
que tapan nuestros ojos
y son también dedos
que taponan nuestros oídos.
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Todos los poemas son poemas de amor


Imagen: "Sígueme   Follow Me", técnica mixta sobre zapato hecho de fibra de vidrio, Costa Magarakis


Ya sé. He escrito pocos poemas de amor.
Aunque quizás -prefiero pensar
como afirmaba Pessoa de las cartas-
-decía ‘todas las cartas son cartas de amor’-
quizás -ahora sumo-
todos los poemas son poemas de amor;
y también -ahora resto- todos los poemas
son poemas de desamor.
No hay sueños sin sueños de amor
-aulló Allen Ginsberg. 
Nadie duerme sin sueños de amor.
Pero no es excusa para tantas mentiras
en las canciones de ‘amor', no es excusa
para tantos mentirosos y tópicos
poemas de ‘amor'.
Tampoco para lo contrario, los poemas 
anclados en la rabia del desamor.
Basta ya. Hartos estamos -lo digo de verdad-
de los poemas 'de amor y desamor'.
Aunque quizás todos los poemas
son poemas de amor. Y de desamor.
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Escribo para mantenerme vigilante

Fotografía: Masao Yamamoto
 
Escribo mientras observo cómo escribo.
Escribo para ser testigo de cómo pienso
y para observar cómo siento, cómo hago.
Porque escribir es un hacer,
y también es un no hacer,
que nos mantiene vigilantes.

Escribo para desprogramarme,
para entender la inercia que me lleva.
Escribo para ser,
para adueñarme
de la atención que me crea.

Escribo como si susurrara,
como si gritara, como si callara;
escribo para callar mejor,
para susurrar y gritar
con mejor talante.

Escribo para ver, para saber.
Escribo para hacer queriendo
lo que mi energía sabe,
o para saber hacer lo que quiero,
o para saber lo que mi querer hace.

Pero no escribo para publicar,
sino para intimar,
para intimar sobre todo
con los muchos que soy
y observar sus máscaras
y sus posibilidades.

Escribo para mantenerme vigilante;
vigilante frente a la tiranía de todos los ‘yos',
vigilante frente a la tiranía de los otros,
vigilante frente a la tiranía,
vigilante frente,
vigilante.

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Caleidoscopios con forma de esfera



Fotografía: Benito Herreruela

El arte crea lenguajes
que son caleidoscopios deslumbrantes.
Cada vez que los agitamos,
percibimos nuevos asombrosos significados.
Algo en nuestro instinto colectivo
nos impone,
a modo de anclas o banderas,
diseños únicos para reconocernos
en cada época.

Sin embargo, los caleidoscopios del arte
no tienen forma de tubo:
el arte crea lenguajes
que son caleidoscopios con forma de esfera;
desde cualquier punto que se mire
se contempla la misma humana
caótica coherencia.
Y el arte, como el magma del volcán,
siempre surge
desde ese centro de la esfera.
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Intimidades

 






















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Mariposas



Son discretas y silenciosas. Echan a volar en cuanto perciben un mínimo movimiento. Las sigo a unos metros de distancia, hasta que se cansan un poco y necesitan resposar un breve tiempo. Entonces me acerco cuanto me permiten y las fotografio sin utilizar el zoom.
Algunas mariposas fotografiadas durante estos días de junio en el Bosque de Armentia.
















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Amapolas




Cómo disfruto de su color estos días
cuando las veo.
Más tarde, ya en casa,
de emociones y deseos me hablan las amapolas
cuando las sueño.









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Excesos y carencias


Imagen: M. C. Escher, orden y caos.

Siempre hay algo que sobra
y algo que falta,
y quizás sean esos excesos
y esas carencias,
volcanes y abismos que nos impulsan
a seguir;

quizás sean esas certezas y sus grietas,
o esas dudas y su insistencia,
lo que nos impulsa a querer completar
ese qué se yo
que nunca llega.

Siempre hay algo que sobra
y algo que falta,
y hay algo que habla y algo que calla,
siempre hay algo que ciega
y algo que asombra,

y algo que aleja y algo que toca,
y la misma mente y el mismo corazón
que tan pronto se congela
como tan pronto se evapora
o explota.

Siempre hay algo que falta
y algo que sobra.
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En vez de poner alas a las palabras


Imagen: Instalación de Rubén Grau.
 
En vez de poner alas a las palabras
(para que en su fondo puedan verse
los barcos hundidos
y los pájaros que vuelan contra la corriente)
en vez de poner anclas a las palabras
(para detenerlas un instante,
y observar qué señalan y qué callan),
les ponemos cepos y trampas,
y añadimos tizones encendidos a su fuego,
y soplamos a su viento
y mojamos su agua
y añadimos venenos en sus navajas oxidadas.
En vez de poner alas a las palabras.
Palabras como 'Libertad' o 'Democracia'.
Palabras grandes como 'Verdad'
o 'Justicia', o 'Igualdad'...
En vez de regar las raíces
de las palabras.
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Minero de uno mismo


Imagen: M. C. Escher, 'Encuentro'.
"Uno escribe a base de ser un minero de si mismo” 
José Luis Sampedro 



Retumban los pasos
cuando me adentro por túneles que llevan
a lo que desconozco de mi.
Hay diamantes -y oro y piedras preciosas-
ahí en las sombras; 
entre silencio y vacío
hay también basura y carbón.
Uno escribe a base de ser minero de si mismo
entre el silencio o tras la saturación,
o con la marabunta rodeada sin remedio
de cáscaras vacías y desolación,
uno escribe a base de ser minero de si mismo,
sin mapas ni brújulas, sin apenas luz,
tan sólo con el aire comprimido de la voz
y ritmos que golpean los muros de los túneles
y palabras que  tratan de llegar
cada vez más cerca,
con la calidez de un aliento,
al centro del corazón.

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Igual a sí mismo

Imagen: Michael Cheval (Mikhail Khokhlachov).



A partir de un determinado momento
la producción ya no es productiva,
sino destructiva;
la información ya no es informativa,
sino deformadora,

la comunicación ya no es comunicativa,
sino meramente acumulativa.
Uno se entera de todo
sin adquirir ningún conocimiento,
sin vivir ninguna experiencia.
Se ansían vivencias estímulos
con los que, sin embargo,
uno se queda siempre
igual a sí mismo.

(Una lectura de Byung-Chul Han
escrita en forma de poema)

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La primera pregunta


Imagen: Todas las estrellas brillando, NASA.

 

Levanto una piedra y encuentro vida -dijo.
Y cuando camino, en cada horizonte que miro,
en cada proyecto que acabo,
junto a la vida también muerte.
Pero ¿por qué nacemos y por qué morimos? 
¿Por qué tanta vida que a la vez es muerte,
y no nada?
¿Por que tanta galaxia
 y tanta estrella y tanto planeta
y tanto deseo y tanta célula,
y no nada?
¿Por qué tanta palabra
modelando silencios,
y tanto y tanto silencio
sembrando palabras,
y no nada?
 

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Cuento

Imagen: Roger Braun.


Hay un gran cuento
que se llama tiempo,
un cuento tantas veces contado
que no deja duda ni espacio
para grietas
o experimentos.
Tantas, tantas veces contado
que nos inquieta
si en el cuento
alguien olvida una palabra,
una coma, un punto,
un silencio siquiera;
nos asusta si alguién de pronto se levanta
y se marcha
y se salta el guión de una escena. 
Un cuento que nosostros mismos
nos contamos
cada día, 
y cada segundo es una letra
de un relato contado
con el disfraz
de la certeza.
 
 
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Plásticos



Imagen: 'Ballena muerta', instalacion con plásticos recuperados, de Geenpeace.

El éxito del plástico en el megamercado
 -esa pegajosa metáfora del mundo-
expresa el triunfo de los envases
sobre los contenidos;
señala la supremacía de los significantes
sobre los significados, 
la tiranía de los objetos
sobre los sujetos
y del dinero sobre quien compra
y lo comprado;
como nieve cayendo de pensamientos acicalados,
deforma imágenes y sentimientos
que se ofrecen como sueños
muy bien empaquetados.
El éxito del plástico tan bien vestido, 
-del plástico transparente u opaco-
del plástico que no dejan pasar la herida, 
ni la sombra, ni la noche; tampoco
el sol, ni el silencio, 
ni los abrazos.
Pero ya se sabe, sin su sombra
todo es invisible, 

hasta que explota. 
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Versología

 
Imagen: Instalación de Eva Lootz.

No hay una ciencia que controle
la maduración de los versos.
No hay, como ocurre con el vino,
una enología del verso,
una versología.
Es más, la lógica y la poesía,
si se aman, no es por igualdad,
sino por complementariedad.

No hay una técnica para madurar versos. 
Los hay que maduran muy deprisa,
a  la vez que se planta la semilla,
y otros tardan años -décadas incluso-,
y los hay que nunca llegan a madurar.

Otros se quedan como frutos de piedra,
congelados para siempre
en las ramas de su árbol,
y los hay que caen o se elevan,
o se disuelven para siempre
en la nube o en la niebla.

Nunca sabes si en un poema
lo escrito es luz o es sombra,
porque la sombra es eco de la luz,
pero la luz es invisible sin la sombra.

Ninguna lógica funciona para escribir
un poema.
 
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