En vez de poner alas a las palabras
y hacerlas transparentes,
-para que en su fondo puedan verse
los barcos hundidos
y los pájaros que vuelan
contra la corriente-
en vez de poner gafas a las palabras,
(para que vean claramente qué señalan y qué callan)
les ponemos cepos y trampas,
y añadimos tizones encendidos a su fuego,
y soplamos a su viento
y mojamos su agua
y añadimos venenos
en sus anclas oxidadas.
En vez de poner alas
a las palabras.
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