Utilizamos tantos moldes
hechos y rehechos,
que son escasos los actos
que podemos llamar nuevos,
como escultores
cuya única materia
fuera el tiempo congelado.
Para quitar el sobrante
a cada instante,
o añadirle
lo que le haga más completo;
para compartir
lo que quizás sólo pertenezca al vacío,
para moldear las realidades de hoy
con las virutas de nuestros sueños,
la palabra, el arte, sigue siendo
el cincel que necesitamos.
Y un poco de silencio.
Y un poco de silencio.
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