Imagen: Simon Becke. |
Ese empeño de confundir la vida con lo lleno,
con el ruido y con lo rápido,
deja vacíos saturados de errores y agujeros,
deja inercia en los actos,
y también -permitidme la metáfora-
deja lleno de todo tipo de plásticos
el silencio.
Por eso, ahora, reivindiquemos
nuestro derecho a entretenernos sin mediadores,
a ejercer de curiosos sin pantallas de por medio,
a asombrarnos ejerciendo los cinco sentidos.
a asombrarnos sin necesidad
de pagar entrada para eso.
Reivindiquemos, siempre, la posibilidad
de experimentar el mundo
haciendo uso de nuestros propios recursos,
y no sólo para pasar el rato,
sino sobretodo para adquirir conocimientos
sobre lo que nos rodea,
sobre lo que somos.
Reivindicar también, intensamente,
la práctica de nuestro derecho a no hacer nada,
a no ser productivos,
a no acumular cada día informaciones inútiles,
y a escuchar sin decir nada,
y a no ser comunicativos ni acumulativos,
y a caminar despacio
sin ir a ningún sitio.
Esto no es un poema.
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