lunes

De paradas y paradojas

Imagen: Ciro Palumbo.


De pronto, la mutación de un virus
nos ha apartado de nuestro camino
(a veces la naturaleza nos devuelve
los gestos incoscientes
con que nosotros la tratamos).
Un invisible virus nos recuerda 
que lo invisible también existe
y nos obliga sin elección a pararnos. 
Así, frente a nosotros mismos,
abrazados sin remedio a nuestra luz
y a nuestra sombra,
sin reflejarnos por unos días
en el espejo de los otros,
tal vez nos recreemos, nos veamos.
Extraviar el centro del día a día
-que nos ayuda a llevar lo desconocido-
quizá borre por un tiempo algunas respuestas
y nos renueve airadas algunas preguntas.
Menos mal que a estas alturas
sabemos que la muerte siempre acaba
afirmando la vida,
y que toda presión acaba en expansión,
y que toda prisión voluntariamente construida
ayuda a que crezca:
el saber hacer lo que uno quiere,
el querer hacer lo que uno sabe,
con amor y libertad.
Me manejo bien -ya veis- con las palabras,
pero en realidad -os aseguro- 
no sé cómo acabar 
-sin decir lo que ya se sabe-
este poema.

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