Suponer que para cada cosa tenemos una palabra
sería suponer que tenemos conocimiento de todo.
¿Cuántas palabras no han nacido todavía?
¿Cuánto nos queda por conocer de nosotros
y del mundo que nos rodea?
Como el universo mismo, lo desconocido
tiende a ser infinito para nosotros.
Cada palabra siembra un bosque de palabras.
Un hecho nos pasa entonces desapercibido:
cada palabra nace con un silencio
que como una sombra la acompaña;
tan importante es lo que señala y dice
como lo que cada palabra oculta y calla.
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