(Para el Día Internacional de los Museos 2020)
(Para el Día Internacional de los Museos 2020)
Imagen: Wolfgang Lettl. |
Los poemas, hermanos de la música, también necesitan ser repetidos una y otra vez; invitan a ser releídos y reinterpretados en tiempos y espacios diferentes. Ocurre así probablemente porque los poemas necesitan adquirir presencia, para llegar a ser acompañantes -como la música- del pensamiento y el sentimiento. Necesitan acoger, como el nido acoge al pájaro, a la emoción inquieta o agotada.
Como en la música, en un poema la repetición de su edición y su relectura es esencial para que suceda el encantamiento, que no es otro que el de aspirar a ser sombra y luz, acompañar justo en el momento en el que se necesita un significado no sólo racional de una experiencia o de un silencio.
Personalmente prefiero la lectura interna -valoro la poesía espectáculo, pero soy más lector que público (y más pájaro que rebaño, si me permitís la inmodestia). Busco la lectura íntima, en silencio, y vuelvo una y otra vez, casi cotidianamente, a los autores y a los poemas que en algún momento despertaron en mí resonancias e intuiciones, y se convirtieron en acompañamiento.
Por eso, no os extrañe que repita poemas ya publicados. No es mi intención con ello darme ninguna importancia. Mi única aspiración es que los poemas tengan la oportunidad de adquirir presencia. Y acompañar. Es decir, dejar que ocurra el encantamiento que contienen.
Esto no es un poema (1)
Imagen: Simon Becke. |