Imagen: Christian Schloe |
Que el poema sea
como la savia del árbol,
que vence la gravedad en primavera
y en otoño se retira humilde
al abrigo de la tierra;
que sea como la savia
que baja lenta por el tronco
cuando brota de una herida
abierta en la corteza;
la savia que entonces
cubre insectos y arrastra
semillas y huellas
y aglutina polvo y pensamientos
y convierte sentimientos
en ambar transparente,
en vivas piedras.
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