Bastaría con ser conscientes
de la lentitud con que la vida
se convierte en piedra;
o entender cómo la luz
crea átomos y elementos
y células e inteligencia;
tan sólo entender cómo se forma
una brizna de hierba,
o cómo se deshace un sonido
hasta ser indiferenciable
de lo que le rodea.
Bastaría con ser consciente
de un parte muy pequeña del fractal,
saber que esa mínima parte
es reflejo de la más grande;
bastaría eso
para que la geometría de la vida
nos catapultara
a la comprensión revolucionaria
de las estrellas.
Pero quizás es demasiado densa
nuestra presencia.
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