Imagen: Santos Iñurrieta (detalle) |
enseguida la vida mueve otra.
Entonces me apresuro a mover un silencio
y enseguida la muerte agita el suyo.
La vida nos exige jugar
continuamente acechando,
con un ojo puesto en las fichas negras
y el otro en las blancas;
y en cada movimiento, nos pide cargar
renovadas esperanzas,
sin esperar más premio
que el propio juego.
que el propio juego.
La vida nos exige jugar
a pesar de la certeza
de que el jaque mate final
está amañado con el universo.
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