Imagen: Santos Iñurrieta (detalle) |
que el propio juego.
Archivo de poemas de Benito Herreruela
Imagen: Santos Iñurrieta (detalle) |
Hay fotografías que envejecen en los ojos; de repente amarillean y se rasgan por las esquinas, poco después de que la mirada encuentre el encuadre para ver tras la cámara. Son fotografías hechas no de luz retenida, sino de pensamientos y sentimientos, de emociones craqueladas y de la fugacidad de la alegría o la tristeza de un instante.
Los ojos -que son sabios- saben, con cada parpadeo, que la mirada se convierte entonces en un naúfrago a la deriva en un mar de posibles imágenes. Ese naúfrago, deshidratado y hambriento, ha navegado arrastrado por corrientes desconocidas, somnoliento, entre nieblas y azar.
Pero los ojos tienen la certeza que un día llegará a una isla desierta y que esa isla tendrá la forma de una pupila. Y saben que, aunque en la playa se encuentren huellas dejadas por otras pupilas, la isla siempre estará deshabitada.
Las fotografías son esas huellas.