Imagen: Thomas Barbèy
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Si somos polvo organizado,
o restos de un soplido inacabado,
o remolinos arrastrados
por la corriente de un arroyo
de tiempo.
Si somos ríos de átomos y de células,
o cenizas de estrellas rotas,
entonces
esas nubes que vagan por el cielo
o la arena de la playa
o del desierto,
o ese polvo en la la carrocería de tu coche,
¿no serán -potencialmente-
seres con consciencia?
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