Imagen; Caras Ionut |
Apenas la silla de nuestros ojos
-la mesa de nuestras manos-,
se llena de inútiles objetos:
barcas hechas de anclas,
anclas que en realidad son rejas,
pensamientos aderezados con espumas,
o espumas disfrazadas de nieblas,
y ya somos uno más de esos objetos,
piedras de poliespan en caminos de atrezzo,
endurecidas migas del pan de cada día,
sombras arrancadas de su objeto,
ojos que perdieron sus manos,
o manos que olvidaron sus dedos,
dientes que mordieron palabras
mientras era pronunciadas,
o dedos que no encontraron labios
para hacer su gesto de silencio:
inútiles objetos sin casa,
como sin casa siempre
se queda el tiempo.
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