Imagen: Miró. La sonrisa de un lágrima, 1973. |
Quién lo iba a decir, aquella noche,
el agua junto al fuego,
el fuego junto al agua,
como si de un cuadro de Miró se tratara,
las estrellas junto a las lágrimas,
la lágrimas junto a las estrellas.
revolviéndolo todo,
lágrimas y estrellas celebrando
la hermandad de sus brillos
entre calladas correspondencias.
Quién lo iba a decir, aquella noche.
Pero esas correspondencias
nunca fueron sentimentalismos,
porque esos reflejos de la noche
brillando en cada lágrima,
siempre fueron ecos ciertos
de un puzzle
cuya totalidad
nunca fue indivisible.
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