Todavía escribo sobre papel,
en un bloc de notas que llevo conmigo.
En sus hojas juego con palabras
y el juego deja a veces un poema
ante mis ojos asombrados.
El poema es juego, pero quien juega
es el propio juego.
Son las palabras quienes juegan
con quien escribe,
y en su juego nos empujan
hasta sus límites.
Y a veces sucede que las palabras
nos dejan fuera de su juego.
Quizás entonces nos demos cuenta:
el poema es juego,
y las palabras son útiles máscaras
que protegen nuestros silencios.
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