Nuestros ojos esperan formas
como nuestros pensamientos esperan significados,
como el cielo espera nubes
o como las nubes presienten rayos;
esperan formas que limiten la luz que somos,
significantes que contengan tanta sed
que acumulamos en los párpados.
También nuestras manos esperan formas
que se adapten a nuestro tacto,
y nuestros brazos esperan cuerpos
que quepan en cada uno de nuestros abrazos.
Si juntáramos todos los ojos del mundo
-los de todos los seres, no sólo los ojos humanos-,
si juntáramos todos los pensamientos
-también los contradictorios y los complementarios-;
si los juntáramos aunque fuera sólo un rato,
¿hallaríamos todas las formas
hasta dejar el vacío sin daño?
¿coseríamos entre sí sin dejar huecos
todos los significados
hasta dejar el silencio intacto?
Nuestros pensamientos, que enhebran formas
como nuestros ojos esperan significados.
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