Imagen: Rene Magritte, The Poet recompensed, 1956. |
Si recordáramos cuándo vimos el fuego
por vez primera,
qué sentimos entonces,
o qué brillo despertó en nuestro silencio;
si recordáramos el amor de quien nos retuvo
para que no nos quemáramos
en nuestro deseo de abrazarlo;
o qué creció en nosotros cuando alumbró
nuestro corazón
para siempre, sin remedio.
Si recordáramos también qué sombra sembró
la luz de ese momento,
quizás entonces un poco de humildad,
y pájaros hechos de horizontes y respeto,
o semillas de oro y de esperanza,
vendrían a posarme en nuestros truenos,
o quizás un poco de esa humildad del agua
que burbujea y se hace nube
cuando es abrazada por las llamas.
Quizás -no sé- si recordáramos
cuándo vimos el fuego por vez primera,
encontraríamos una de las raíces
tantas veces perdidas
del asombro.
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