Que de tanto usar máscaras,
disfraces parecidos a la propia piel,
dogmas, voces ajenas, dedos ajenos…;
que de tanto no tener los ojos en el aire,
no se marchiten las propias pupilas,
no se nos cierren los poros de la cara,
las fuentes de la boca,
el imán de nuestras manos.
Que con tanto alboroto en las calles
de nuestros pensamientos,
no confundamos mente con corazón,
ni lengua con oreja,
ni mano con espada.
Y que si un día salimos de este laberinto
de espejos que reflejan espejos,
no clasifiquemos ni nos clasifiquemos,
no adoremos hasta el vacío una imagen,
no quedemos atrapados en nuestro disfraz
como en una oxidada lata de conservas.
Que de tanto usar máscaras,
disfraces parecidos a la propia piel,
no ahoguemos el ser con el tener,
ni confundamos el dar con el quitar,
ni el ir con el venir;
que con tanto alboroto
no nos desgastemos en el insaciable,
tenaz roce de lo cotidiano.
[1979]
0 comentarios:
Publicar un comentario