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Imagen: Saeed Sadeghi. |
Desde que los mercados acomodaron sus pies
encima de la mesa de los Estados,
y desde que los Estados en vez de democracias
parecen ser ‘demagocracias’,
se calculan ceros lanzando aros de humo
en la cara de las personas,
y se vende ese humo como eslabones de cadenas
que nos atan de nuevo en una caverna
dentro de otra caverna.
Mientras, se esfuman
las posibilidades de elegir de las personas jóvenes,
las posibilidades de elegir de las personas mayores,
las posibilidades de ser de las personas,
las posibilidades de ser,
las posibilidades,
las.
Aros de humo,
retóricos discursos aderezados de dialéctica
-y ya se sabe, la dialéctica no es la realidad-,
aros de humo, máscaras hechas de estadística
-y ya se sabe, la estadística no es la verdad-.
Pero entonces, la poesía -el arte-
¿no tendría que expresar utopías y distopías
para intentar sacudir por los hombros la realidad?
¿no tendría que expresar la utopía de la ecología
y el respeto por la naturaleza?
¿y la utopía de la democracia basada en el conocimiento,
en la libertad de pensamiento y expresión,
en vez de en la capacidad de manipulación?
¿la poesía no tendría que expresar la utopía de la economía
con su fondo de solidaridad?
Etc...