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Amapolas




Cómo disfruto de su color estos días
cuando las veo.
Más tarde, ya en casa,
de emociones y deseos me hablan las amapolas
cuando las sueño.









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Excesos y carencias


Imagen: M. C. Escher, orden y caos.

Siempre hay algo que sobra
y algo que falta,
y quizás sean esos excesos
y esas carencias,
volcanes y abismos que nos impulsan
a seguir;

quizás sean esas certezas y sus grietas,
o esas dudas y su insistencia,
lo que nos impulsa a querer completar
ese qué se yo
que nunca llega.

Siempre hay algo que sobra
y algo que falta,
y hay algo que habla y algo que calla,
siempre hay algo que ciega
y algo que asombra,

y algo que aleja y algo que toca,
y la misma mente y el mismo corazón
que tan pronto se congela
como tan pronto se evapora
o explota.

Siempre hay algo que falta
y algo que sobra.
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En vez de poner alas a las palabras


Imagen: Instalación de Rubén Grau.
 
En vez de poner alas a las palabras
(para que en su fondo puedan verse
los barcos hundidos
y los pájaros que vuelan contra la corriente)
en vez de poner anclas a las palabras
(para detenerlas un instante,
y observar qué señalan y qué callan),
les ponemos cepos y trampas,
y añadimos tizones encendidos a su fuego,
y soplamos a su viento
y mojamos su agua
y añadimos venenos en sus navajas oxidadas.
En vez de poner alas a las palabras.
Palabras como 'Libertad' o 'Democracia'.
Palabras grandes como 'Verdad'
o 'Justicia', o 'Igualdad'...
En vez de regar las raíces
de las palabras.
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Minero de uno mismo


Imagen: M. C. Escher, 'Encuentro'.
"Uno escribe a base de ser un minero de si mismo” 
José Luis Sampedro 



Retumban los pasos
cuando me adentro por túneles que llevan
a lo que desconozco de mi.
Hay diamantes -y oro y piedras preciosas-
ahí en las sombras; 
entre silencio y vacío
hay también basura y carbón.
Uno escribe a base de ser minero de si mismo
entre el silencio o tras la saturación,
o con la marabunta rodeada sin remedio
de cáscaras vacías y desolación,
uno escribe a base de ser minero de si mismo,
sin mapas ni brújulas, sin apenas luz,
tan sólo con el aire comprimido de la voz
y ritmos que golpean los muros de los túneles
y palabras que  tratan de llegar
cada vez más cerca,
con la calidez de un aliento,
al centro del corazón.

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Igual a sí mismo

Imagen: Michael Cheval (Mikhail Khokhlachov).



A partir de un determinado momento
la producción ya no es productiva,
sino destructiva;
la información ya no es informativa,
sino deformadora,

la comunicación ya no es comunicativa,
sino meramente acumulativa.
Uno se entera de todo
sin adquirir ningún conocimiento,
sin vivir ninguna experiencia.
Se ansían vivencias estímulos
con los que, sin embargo,
uno se queda siempre
igual a sí mismo.

(Una lectura de Byung-Chul Han
escrita en forma de poema)

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La primera pregunta


Imagen: Todas las estrellas brillando, NASA.

 

Levanto una piedra y encuentro vida -dijo.
Y cuando camino, en cada horizonte que miro,
en cada proyecto que acabo,
junto a la vida también muerte.
Pero ¿por qué nacemos y por qué morimos? 
¿Por qué tanta vida que a la vez es muerte,
y no nada?
¿Por que tanta galaxia
 y tanta estrella y tanto planeta
y tanto deseo y tanta célula,
y no nada?
¿Por qué tanta palabra
modelando silencios,
y tanto y tanto silencio
sembrando palabras,
y no nada?
 

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Cuento

Imagen: Roger Braun.


Hay un gran cuento
que se llama tiempo,
un cuento tantas veces contado
que no deja duda ni espacio
para grietas
o experimentos.
Tantas, tantas veces contado
que nos inquieta
si en el cuento
alguien olvida una palabra,
una coma, un punto,
un silencio siquiera;
nos asusta si alguién de pronto se levanta
y se marcha
y se salta el guión de una escena. 
Un cuento que nosostros mismos
nos contamos
cada día, 
y cada segundo es una letra
de un relato contado
con el disfraz
de la certeza.
 
 
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Plásticos



Imagen: 'Ballena muerta', instalacion con plásticos recuperados, de Geenpeace.

El éxito del plástico en el megamercado
 -esa pegajosa metáfora del mundo-
expresa el triunfo de los envases
sobre los contenidos;
señala la supremacía de los significantes
sobre los significados, 
la tiranía de los objetos
sobre los sujetos
y del dinero sobre quien compra
y lo comprado;
como nieve cayendo de pensamientos acicalados,
deforma imágenes y sentimientos
que se ofrecen como sueños
muy bien empaquetados.
El éxito del plástico tan bien vestido, 
-del plástico transparente u opaco-
del plástico que no dejan pasar la herida, 
ni la sombra, ni la noche; tampoco
el sol, ni el silencio, 
ni los abrazos.
Pero ya se sabe, sin su sombra
todo es invisible, 

hasta que explota. 
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Versología

 
Imagen: Instalación de Eva Lootz.

No hay una ciencia que controle
la maduración de los versos.
No hay, como ocurre con el vino,
una enología del verso,
una versología.
Es más, la lógica y la poesía,
si se aman, no es por igualdad,
sino por complementariedad.

No hay una técnica para madurar versos. 
Los hay que maduran muy deprisa,
a  la vez que se planta la semilla,
y otros tardan años -décadas incluso-,
y los hay que nunca llegan a madurar.

Otros se quedan como frutos de piedra,
congelados para siempre
en las ramas de su árbol,
y los hay que caen o se elevan,
o se disuelven para siempre
en la nube o en la niebla.

Nunca sabes si en un poema
lo escrito es luz o es sombra,
porque la sombra es eco de la luz,
pero la luz es invisible sin la sombra.

Ninguna lógica funciona para escribir
un poema.
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Balanza tuerta



Imagen: Odilon Redon.
 

Tuvo un sueño. O mejor decir,
tuvo una pesadilla: 
la justicia se quedaba
con un sólo plato en la balanza.
Desde entonces, el mundo miraba
con un sólo ojo en la frente,
un sólo ojo vendado;
como un cíclope, el mundo respiraba tuerto,
también con un sólo ventrículo
en el corazón.
Cuando despertó,
mientras realizaba las tareas del día,
la pesadilla se reavivaba
en cualquier acción.
Pensó, la justicia
se ha quedado sólo
con una parte del cerebro
en su balanza.
Pero el pensamiento duró poco,
haciendo las tareas del día,
una vez más sin darse cuenta,
de nuevo se durmió.

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Gestos

Imagen: Jack Mitchell, Marcel Marceau


Nuestros gestos construyen
escrituras en el aire,
códigos que otros cuerpos
leen sin apenas darse cuenta;
en esas lecturas calladas
hay resonancias y complicidades,
y no es necesario crear más atajos,
ni pasar a inmediatez de los ojos,
ni siquiera a la evidencia
de las palabras.

Otras veces, sin embargo, hay abismos
entre un gesto y otro gesto,
o simplemente no hay preguntas,
o descaradamente no hay respuestas,
o hay preguntas a respuestas
que nunca fueron,
o hay respuesta a preguntas
que nunca hicimos.

Pero de vez en cuando,
en los callejones de nuestros silencios,
-tan llenos de esos graffitis
que dibujan en el aire los gestos-,
sobre los muros de los cuerpos
-tan cargados a veces de timbres oxidados-,
dos gestos escriben juntos en un muro
las misma palabra y el mismo silencio
y entonces los gestos construyen nidos
en las ramas de todos los códigos 
y se abren -se desembalsan- sin remedio 
las compuertas cerradas de los sueños.

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Deseos



Imagen: Alen Kopera.

Pensar lo que la voluntad siente,
sentir lo que la voluntad piensa,
y realizarlo, con corazón,
es propósito y lealtad
para con la vida.
Observar y explorar
lo que ocurre en uno mismo
y en el mundo,
y expresarlo,
es nuestro derecho
y nuestro deber,
y el de todos los seres
sensibles.
Que disfrutar
de la belleza del mundo
y ayudar a crear más y más belleza,
coincida siempre con los pensamientos
y con los sentimientos
de tu voluntad.
 
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Ambar

Imagen: Christian Schloe


Que el poema sea 
como la savia del árbol,
que vence la gravedad en primavera
y en otoño se retira humilde
al abrigo de la tierra;
que sea como la savia 
que baja lenta por el tronco
cuando brota de una herida
abierta en la corteza;
la savia que entonces
cubre insectos y arrastra
semillas y huellas
y aglutina polvo y pensamientos
y convierte sentimientos
en ambar transparente,
en vivas piedras.
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Aquel instante (Canción de invierno)


Imagen: Catrin Welz-Stein.



Aquel instante
se pegó a mis abrazos
como el hielo
al amanecer de los inviernos,
aquel pobre instante
hecho de lluvias y carámbanos,
y arañado y desgastado
por deseos imposibles
y desalientos.

Aquel instante
sombra de luna y hielo,
instante de fuego congelado
que ahora cuelga de mi cuerpo,
instante burbuja
que se eleva y estalla
sobre el cuaderno
en el que anoto
mis vértigos.

Aquel instante
enviado de vuelta
por venas y silencios;
aquel pobre instante
se pegó a mis abrazos
como el hielo
al amanecer de los inviernos;
aquel instante
que dejó una estrella, sin cielo,
en el mapa de mi recuerdo.
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Cascarones vacíos


Imagen: anónimo callejero.

Hay mentiras que se cuentan
para decir verdades,
y hay verdades que se dicen
para contar mentiras.
Las primeras son necesarias,
imprescindibles mentiras,
representan para presentar,
visten para desnudar.
Las otras son como nieblas,
nacen de verdades
que ya caducaron
y dejaron la nada disfrazada,
ecos congelados en los verbos,
cascarones vacíos
flotando a la deriva
en un mar no de agua,
sino de tiempo.
(La verdad y la mentira,
que nada tienen que ver
con la poesía).
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Si recordáramos



Imagen: Instalación de Wolfgang Stiller.

Si recordáramos cuándo vimos el fuego
 por vez primera, qué sentimos entonces, 
o qué brillo despertó en nuestro silencio;
si recordáramos el amor de quien nos retuvo
para que no nos quemáramos
en nuestro deseo de abrazarlo;
o qué creció en nosotros cuando alumbró
nuestro corazón
para siempre, sin remedio.
Si recordáramos también qué sombra sembró
la luz de ese momento,

quizás entonces un poco de humildad,
y pájaros hechos de horizontes y respeto,
o semillas de oro y de esperanza,
vendrían a posarme en nuestros truenos,
o quizás un poco de esa humildad del agua, 
que burbujea y se hace nube
cuando es abrazada por las llamas.
Quizás -no sé- si recordáramos
cuándo vimos el fuego por vez primera,
encontraríamos las raíces
tantas veces perdidas
del asombro.
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Cada cuál mira lo que mira por vez primera


Imagen: escultura de Michelangelo Pistoletto.


Cada cuál mira lo que mira
por vez primera. Sin embargo,
no vemos esa novedad
de cada instante, y por tanto
no vemos cómo vivimos,
ni tampoco cómo morimos.
Cada cuál mira lo que mira
y su mirada es única
y su pupila imita el hacer
del universo.
Sin embargo, lo que vemos
qué son sino recuerdos,
qué, sino reflejos.
Qué vemos, sino lo ya visto.
Cada cuál mira lo que mira
y con su mirada anticipa
la forma de los objetos
y el encaje de los conceptos,
a pesar de la paradoja
de que la memoria y los reflejos
son solubles en el tiempo.
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El lío de Heráclito

Imagen: Instalación de Chinaru Shiota


Podría escribir el mismo verso
de amor o desamor,
de rabia o de esperanza,
de sed o de desaliento,
escribirlo y reescribirlo
una y otra vez,

y cambiaría
en cada momento,
como cambian su forma
las nubes en el cielo,
el agua en el arroyo,
las dunas en el desierto;

las mismas palabras repetidas,
pero nunca sería el mismo verso,
nunca la misma rabia
ni la misma esperanza,
nunca la misma sed
o el mismo desaliento.

Las palabras, en el poema,
como el agua en el río,
aunque iguales,
nunca son las mismas,
y aunque inocentes,
nunca son ingenuas.
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Todos, alguna vez

Imagen: Remedios Varo.

Todos alguna vez necesitamos otro corazón,
otro corazón que nos filtre el aire, o que disuelva
ese humo sin llama que a veces nubla el día;
no nos basta con el nuestro único, porque cada corazón
necesita al menos dos vacíos para remover la sangre,
uno para querer los recuerdos, otro para olvidarlos.
También alguna vez necesitamos otras manos,
otras manos con las que palpar las grietas del mundo;
no nos basta sólo con las desgastadas manos nuestras,
no nos basta porque las manos son mesas que sostienen
y dedos que señalan, son puertas y ventanas,
y nidos en la noche y alas en la madrugada.
Todos alguna vez necesitamos otros ojos,
otros ojos que reflejen dónde estamos detenidos,
otros ojos en los que disolver nuestros sueños;
no nos bastan los desenfocados ojos nuestros,
no nos bastan porque los ojos son horizontes
y son fondo de uno u otro océano, son límites
y vibración distorsionada,
y son también, y sobre todo,
-el corazón, las manos y los ojos-
a pesar de todo,
lugar de encuentro.
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Roca y rama


Casa. Escultura de Adolfo Schlosser, 1990.

Entre la roca,
parcialmente hundida en la tierra,
y la rama
que crece apuntando al cielo,
el sentimiento,
que busca con su tacto
las raíces que sustentan,
y el pensamiento,
que es roca y es rama,
y que lanza con su honda
la roca al cielo.
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Desde el corazón


Imagen: Jeanne Wells.

Desde el corazón
ha bajado mi boca hasta tus ojos
y se ha bebido el mar
de un sólo trago.

Ya no quedan fuentes
en las plazas de la noche;
las gargantas de los peces
se han quedado sin raíces,
sus escamas se secaron
y son ahora acero helado,
reflejos de algún vacío.

Pero no tengo frío.
Estoy sudando peces de hielo
con anzuelos en los párpados,
pero no tengo frío.

Tengo -a veces caigo hacia arriba-
un reloj clavado en la garganta.
Tengo -a veces muero varias veces al día-
rayos de sol congelados en las pupilas.
Tengo -a veces duermo mientras ando-
un ciempiés con alas en cada silencio,
y un espejo clavado
en el corazón de la noche,
que sólo noche refleja, e interpreta
desde mi corazón,  tus latidos

(De 'El jardín roto', 1977)
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Antes que la palabra


Imagen: Litografía, Maternidad, Picasso, 1963.



Para mi madre, Petra Correas,
que fue aquel corazón.

Antes que la palabra
conocimos el silencio,
y enseguida el ritmo, la música
de las mareas de la sangre,
el vital ritmo de los latidos
de un corazón.

Antes que cualquier significado,
que cualquier relato,
conocimos lo informe,
lo abstracto, un vaivén
de luz y sombras sin nombre,
que nos envolvía
en cada movimiento
en un manto de intuición.

Pero todo eso lo hemos olvidado.
Sólo nos queda la palabra.
Quizás por eso escribimos,
porque buscamos
la música, el ritmo, y aquel silencio,
y aquel vaivén
de las mareas de la sangre,

y aquel sonido
de las olas de un corazón.


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Nopoema


Imagen: Maria Friberg.


espacio
in
tencio
nada
mente
vacío
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Cuando un poema finge serlo



Imagen: Wolfgang Stiller
 
 
Cuando un poema es arrancado
de las ramas de su árbol
antes de haber madurado,
suena como un espejo que se rompe.
Se agita urgente, sí, y quizás haga ruido,
porque hay fuego, por ejemplo,
o porque lo sacude una tormenta
de pensamientos de arena,
pero nadie acude, nadie escucha,
nadie lo transforma en sueños,
o en un salvavidas, por ejemplo,
o en un caballo alado necesario
para atravesar la noche,
o en una barca para unir dos orillas
de un mismo instante.
Porque un poema que finge serlo
es el hueco de una pieza no encontrada
en un gigantesco puzzle 
cuya imagen final
nadie recuerda.
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Espejo del cielo

Imagen: Chris Leib.


Una imagen: el reflejo del cielo estrellado,
en el agua de un mar en calma, en un lugar remoto,
lejos de toda luz artificial, de toda sombra artificial:
lejos de todo lo humano.

Un pensamiento: apenas somos nada
en el vasto universo que nos rodea;
y sin embargo ¿no sería un poco, sólo un poco,
casi nada, apenas nada,
menos bello el universo sin lo humano?
¿Existe belleza sin un perceptor
de la belleza?

Una esperanza: nos queda, como poco,
la posibilidad de sentir 
-qué obvio y extraño es este sentimiento-
que todo lo que somos
-cada célula, cada átomo, el sentido o el sin sentido,
el amor o el odio humanos-
pertenece al universo.
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Canción de espera


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Veré si puedo
convertir el pasado en cenizas
y dejarlas en la ventana
para que el viento las reparta.
Veré si puedo
dejar sueños en la basura
para que algún reciclador
los ilumine.
Veré si puedo
sentarme en el techo de un instante;
veré si puedo,
sin tener que soñarte o no soñarte.

Las cosas -dicen- están mal y van deprisa;
quizás choquen y revienten una noche
y los ratones se hagan dueños del mundo,
y roben el cerebro a los hombres.
Antes, veré si puedo
regalarte un sueño sin disfraces;
veré si puedo,
sin tener que soñarte o no soñarte.

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Esto no es un poema (6)



Hideous Cyclops, 1883. Odilon Redon.



Tuvo un sueño. 
O mejor decir, tuvo una pesadilla: 
la justicia se quedaba con un sólo plato en su balanza. 
En aquel sueño, todas las personas tenían un sólo ojo, 
un sólo ojo vendado, como de cíclope herido. 
En aquel sueño, el mundo respiraba tuerto,
y las personas tenían un único ventrículo en su corazón.
Cuando despertó, mientras realizaba las tareas del día, 
aquella pesadilla se reavivaba en todas las acción que intentaba.
Pensó: 
la justicia se ha quedado con sólo medio cerebro
en su balanza. 
Pero el pensamiento duró poco; 
haciendo las tareas del día, una vez más sin darse cuenta, 
de nuevo se durmió.
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La llave de la luz

Imagen: instalación de Chiharu Shiota.


Siempre ve uno aquello
que sabe de las cosas.
Si uno no piensa,
si no está en antecedentes
de lo que está viendo,
la sombra de uno se proyecta
sobre lo que miramos.

El arte hace visible
el pensamiento,
pero es preciso entender
el lenguaje de esta revelación.
Conocer el lenguaje
que en cada época cultural
se renueva y enriquece,
es conocer
donde se encuentra
la llave de la luz.

(Una cita de Jorge Oteiza reescrita como poema)
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Esto no es un poema (3)


Imagen: Antonio Berni

 
ESTO NO ES UN POEMA (3)

Sin propia voluntad
¿puede haber consciencia?
Sin consciencia
¿se puede hablar de propia voluntad?
Sin solidaridad ni igualdad
¿se puede hablar de libertad?
Sin libertad
¿se puede hablar de democracia?
Para hablar de democracia
¿no sería necesario
ofrecer a cada persona
la posibilidad de ser dueña
de su propia voluntad?
¿Cómo se puede hacer eso
sin conocimiento?
Y sobre todo,
¿cómo se puede hacer eso
sin humildad?
Sin conocimiento
¿se puede hablar de libertad?
Sin consciencia, sin propia voluntad,
sin solidaridad, sin igualdad.
la democracia estará desdemocratizada.
¿Quién la democratizará?
Los democratizadores que la democraticen
buenos democratizadores serán.
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Des-concierto para instrumentos de guerra

'Intermedi', de Joan Brossa.


I

En un escenario iluminado y vacío se abren tres puertas: una, en medio de la pared del fondo; las otras dos, repartidas a derecha y a izquierda. Salen tres soldados, a la vez, uno por cada una de las puertas, los tres con sus caras manchadas de sangre y de tierra.
Cada uno lleva una silla, un atril con una partitura negra y un arma -qué más da qué arma- de guerra. En el centro del escenario colocan, ordenados, mecánicamente, los objetos que forman la escena. Luego, sincronizados, sin apenas mirarse, se sientan.
En la pared del fondo se inicia una proyección de escenas de guerra: blanco y negro, trincheras, sonidos de armas, bombas que estallan, breves silencios que agrietan cualquier espera. Los soldados del escenario han cogido sus armas. Sobre sus ojos se han puesto, cada uno, una venda.
En la proyección del fondo los mismos soldados en una trinchera. Sus armas son otras: uno toca un violín, otro un violonchelo, el tercero hace sonar una flauta travesera. En el escenario, los soldados esperan, quizás a que un director señale que el concierto comienza. Cada soldado está atento a su partitura negra.  
La escena se llena de humo, de música, de sonidos de guerra.

II 

Quién sabe cómo se anuncia un concierto
para instrumentos de sombra y ceguera.
Quién sabe qué compositor escribe
-con qué tinta, con qué sangre-, 
sobre partituras negras.
.
Quién sabe en qué calle, en qué agenda,
se programa desaprender la belleza.
Quién sabe quién mueve la batuta
entre los pliegues del fuego
de cada guerra.
.
Quién sabe de barcas, de fronteras,
en las que se plantan semillas
para que nunca crezcan.
Quién sabe cómo suena una sinfonía
en la que el amor y la  muerte no sueñan.
.
Quién sabe dónde se posan las miradas,
dónde quedan los silencios
de los asistentes a des-conciertos
para instrumentos de guerra.

III 

La música cesa de pronto. También los sonidos de guerra. Cada soldado deja apoyada su arma al lado de su silla. Cada soldado se levanta callado y se quita su venda. No hay aplausos. Ninguna reverencia. Sólo silencio y humo en la escena.
En el escenario, lentamente se van apagando las luces. Los soldados caminan callados, cada uno avanza hacia su puerta.
Salen tres soldados, a la vez, cada uno es una sombra, una sombra con su cara manchada de sangre y de tierra. 


Telón. Intermedio. Inquieta espera.
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Que apagen la luz

 
Imagen: NASA, ISS, Diciembre 2011.


Habrá una última
persona en morir,
o quizás muchas
últimas personas
a la vez muriendo
en este planeta.

Que apagen la luz.
 

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Boceto para una canción de carencias

Imagen:Nanni Mensch

 
Había ojos por todas partes: debajo de las alas,
encima de los armarios como polvo, 
debajo de las plantas de los pies indicando caminos,
pero no había visión.
Y había piel, pero no tacto,
había corazón, pero poca sangre,
había ventanas, pero ninguna brisa,
y canción, pero no oídos.

Había libertad por todas partes: fuera de los muros, 
dentro de la lengua como fuego,
y en las murallas del horizonte como armadura
incuestionable,
pero no había mundo.
Y había piel, pero ninguna brisa,
había corazón, pero no oídos,
había ventanas, pero no tacto,
y canción, pero no silencio.
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Las semillas

Joan Miró, 1939.

 
Quito con mis uñas la corteza al día
como a una naranja recién cogida,

y exprimo cada gajo lentamente
mientras bebo, no con la boca,
con las pupilas.

Luego planto, con urgencias,
en los surcos de los sueños,
las semillas.
 
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